Las Enfermedades de Trasmisión Alimentaria (ETAs), son causadas por la por la ingesta de alimentos contaminados. Éstas se clasifican en infecciones, intoxicaciones y toxiinfecciones.
Las infecciones son resultado de la ingestión de alimentos conteniendo microorganismos patógenos vivos como virus, bacterias y parásitos. Ej.: virus de la hepatitis A, salmonella, triquinella spirallis. Las intoxicaciones son causadas por la presencia de agentes químicos en los alimentos ingeridos. Pueden ser de origen sintético como residuos de químicos, plaguicidas, pesticidas, jabones, ceras y nitritos (en embutidos). También existen alimentos que naturalmente presentan ciertas sustancias químicas como es el caso de ciertos hongos y el pez globo. Las toxiinfecciones son causadas por toxinas segregadas por el organismo patógeno durante su desarrollo dentro del hospedador. Ej.: enterotoxinas elaboradas por algunas bacterias, (Clostridium perfringens, Staphylococcus aureus) y micotoxinas producidas por algún espécimen fúngico.
Los grupos vulnerables son los niños, los ancianos, las mujeres embarazadas y personas inmunocomprometidas en general debido a sus baja resistencia a las enfermedades. En estos casos las precauciones deben extremarse, pues las consecuencias de las ETAs pueden ser severas, dejando secuelas o incluso hasta provocando la muerte. Las enfermedades de transmisión alimentaria, a pesar de ser de las más comunes y de mayor incidencia a nivel mundial, tienen los métodos de prevención más fáciles y efectivos: Nivel doméstico
Nivel industrial La posible aparición de patógenos en los productos manufacturados, es prevenida con la implementación adecuada de las buenas prácticas agrícolas (BPA), las buenas prácticas de manufactura (BPM) y del sistema análisis de peligros y punto críticos de control (del inglés HACCP). En caso de que alguno de estos llegase a fallar, se deben plantear medidas correctivas efectivas para cada caso según el protocolo de procedimientos de la empresa. Algunas de tales acciones pueden ser: